martes, 27 de agosto de 2013

Metrópolis (Fritz Lang) | @josuperezmarín | Parte 1

El futuro es causa del pasado. El pasado siempre está abierto. Hacer historia es ajustar retroactivamente el pasado. Las nuevas generaciones lo reescriben desde su nuevo punto de vista. Estas líneas parecen venirle como anillo al dedo a Metrópolis, 1927 (Fritz Lang).  


En 1910 el cine es ya un arte a nivel mundial. El estallido de la Gran Guerra altera la circulación de las películas. En 1916 el Gobierno alemán prohíbe la mayoría de los filmes extranjeros (la mantendrá hasta hasta casi finales de los años 20). El resultado es un incremento de la producción propia. En 1914 existían 25 productoras registradas en el país, al final de la guerra ya eran 130. Como consecuencia de la derrota Alemania es castigada con pérdidas territoriales y condenada a pagar los destrozos causados por el conflicto bélico. Se instaura la República de Weimar. El cine, y el arte en general, es un reflejo de la situación sociopolítica de un país.

El cine alemán de entreguerras se caracteriza por dar cobijo a una serie de “géneros” muy diferentes unos de otros. Metrópolis se enmarca en lo que se ha conocido como “el expresionismo alemán”. El cine expresionista subraya la dimensión grotesca del mundo, por tanto, no es un arte realista. En febrero de 1920 se estrena El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene) inaugurando este nuevo movimiento. Se pone el énfasis en el elemento visual favoreciendo las composiciones muy elaboradas de los planos. Los autores se preocupan de representar los sueños y las pesadillas interiores. Los decorados imposibles y la iluminación no realista inundan las pantallas. Películas como Nosferatu 1922 o El último 1924 (ambas de F.W. Murnau) son grandes ejemplos de esta corriente. Metrópolis es considerada la última película del expresionismo alemán.

El rodaje se extendió durante más de un año, de mayo de 1925 a agosto de 1926. Presupuestada en ochocientos mil marcos, finalmente costó más de tres y medio (ó 1,5 y 5 millones respectivamente según las fuentes). En una primera recaudación en Berlín sólo consiguió la irrisoria cantidad de setenta y cinco mil. La productora alemana más importante que ha existido, Universum Film AG (UFA), había llevado a cabo su producción más cara. Un riesgo que la llevó a la ruina. Tras este primer estreno la cinta fue mutilada para los próximos pases, lo mismo sucedió con su distribución internacional. Desde entonces nadie ha vuelto a verla en su versión completa. Pero aquel fracaso de taquilla es hoy una de las obras más importantes de la Historia del Cine. Metrópolis se erige hoy como la obra maestra del director vienés Fritz Lang.


Metrópolis desarrolla su trama en el año 2026, es decir, a cien años vista. “El mediador entre el cerebro y las manos ha de ser el corazón”. Con esta frase se abre la película. Establece además el recorrido de la misma e incluso su final. A lo largo del metraje descubriremos quién hará de mediador y, como consecuencia, ejercerá su papel en los minutos finales intercediendo por la paz. Explicaremos esta idea más adelante cuando identifiquemos a cada una de las partes en conflicto.

Las primeras imágenes que presenta la película son una batería de planos de máquinas y engranajes, al estilo de Ballet Mécanique de Fernand Léger, película dadaísta de 1924, año en que Fritz Lang y su mujer Thea Von Harbou concibieron el guión de su Metrópolis. Con ellas se nos introduce en el mundo que va a explorar la película, un mundo industrial con conflictos entre obreros y burgueses. Harbou es considerada la autora del guión, antes de rodar la película había publicado la historia en una revista de la época en forma de fascículos novelados.

Muy por encima de ese entorno fabril de máquinas que se mueven sin descanso se erige la Nueva Torre de Babel. Situada en el centro de la ciudad es el rascacielos desde el que Joh Fredersen, señor de Metrópolis, controla la ciudad. Desde el primer momento se establecen una serie de dualidades que conviene aclarar cuanto antes. Están estructuradas conforme a un eje vertical que conecta el mundo de “arriba” con el mundo de “abajo”. Así, los términos riqueza, burguesía y poder se contraponen a los de pobreza, obrero, servidumbre. La burguesía vive arriba mientras que la masa obrera lo hace abajo. “En las profundidades de la tierra estaba la ciudad de los obreros”, reza el intertítulo animado que pasa bajando, como el ascensor de los obreros. Las calles de esta ciudad son monótonas y sus edificios lisos y llenos de ventanas. Por contra, el Club de los Hijos es la ciudad que está por encima de la ciudad de los obreros. Se halla dotada de todo tipo de infraestructuras de recreo y jardines.

Freder, el hijo de Joh Fredersen se encuentra disfrutando de una jornada de recreo en el Club de los Hijos, concretamente en  los Jardines Eternos. De pronto una muchacha irrumpe en ellos, acompaña a los hijos de los obreros, a quienes ha subido para que puedan contemplar a sus “hermanos”. Se trata de Maria. Freder empieza a plantearse si tiene sentido que existan dos ciudades, y que una esté por encima de la otra. Por este motivo decide descender a la ciudad de los obreros. Lo que encuentra allí se asemeja mucho a la esclavitud. Pronto empieza a trabajar como un obrero más. Pero sucede un accidente, la máquina-corazón, que es el centro de energía de Metrópolis se estropea y estalla. Lang coloca aquí un suceso que actúa como premonición, es un avance de lo que va a pasar en el clímax cuando toda la ciudad se venga abajo.

De la mano de Joh Fredersen nos sumergimos en la casa del inventor Rotwang (interpretado por Rudolf Klein-Rogge, actor famoso por protagonizar El gabinete del Dr. Caligari 1920 dirigida por Robert Wiene y El doctor Mabuse 1922 de Lang). Este científico (loco) ha diseñado un robot humanoide llamado ser-máquina. Puede adquirir el aspecto físico del ser humano que se desee (una especie de homenaje podemos hallarlo en uno de los capítulos de la serie de Matt Groening Futurama). Por cierto, el ser-máquina bien podría ser la mujer de C-3PO.



En las catacumbas de Metrópolis, es decir, más abajo todavía que la ciudad de los obreros, la adorable joven de la que Freder se ha enamorado, Maria, promueve la paz. En este punto, y rodeada de un altar pronuncia las palabras “El mediador entre el cerebro y las manos ha de ser el corazón”. Y ese mediador resulta ser Freder. El cerebro es Joh Fredersen y las manos son los obreros. Rotwang secuestra a María y pone sus facciones al ser-máquina con el objetivo de causar una rebelión de los obreros. Así Joh Fredersen provoca el caos y deja que los obreros cometan agravios usando la violencia, para así poder reclamar el derecho a usar la violencia contra ellos (en sus propias palabras). Justificación típica de tirano. Mientras que Maria hablaba de paz a los obreros, Maria-máquina habla de rebelión para destruir la confianza en el mediador. De este modo el personaje de Maria encarna la dualidad bien/mal bajo una misma fachada.

María-máquina focaliza al enemigo en las máquinas, a pesar de que ella misma es una máquina. Insta a los obreros a destruirlas, “matad a las máquinas” exclama. Un siglo antes, la Revolución Industrial en Inglaterra había dado origen al Ludismo, un movimiento que recogía las protestas de los obreros por los despidos y los bajos salarios causa directa de la introducción de máquinas en las fábricas. Los obreros atentaban contra las máquinas destruyéndolas.

La verdadera María consigue escapar de Rotwang pero Maria-máquina ha llevado a los obreros a destruir la máquina-corazón. Como consecuencia la ciudad de los obreros queda anegada. Resulta impresionante la secuencia de la destrucción de la ciudad, con miles de litros de agua inundando los platós y destruyendo las maquetas y decorados. De pronto los enloquecidos obreros detienen la celebración y recuerdan que sus hijos estaban en la ciudad, ahora destruida, y culpan a Maria-máquina, a quien rebautizan como la Bruja. La masa sedienta de venganza encuentra a Maria y a punto están de lincharla. Por suerte se escabulle y los obreros echan mano de Maria-máquina, a quien queman en la hoguera en una reminiscencia de la Edad Media. Finalmente Freder cumple su papel profético y actúa de mediador entre Joh Fredersen y los obreros. De nuevo leemos la frase “El mediador entre el cerebro y las manos ha de ser el corazón”, que cierra el film.

Con este resumen hemos comprobado que los principales temas tratados en el filme hacen referencia a la lucha de clases, la esclavitud y la división del trabajo. Los obreros aparecen representados como una masa cabizbaja que se mueve al unísono con ritmo de marcha militar. Además realizan su trabajo con movimientos mecánicos y casi coreográficos, más adelante parodiados por Chaplin en Tiempos Modernos 1936.

Continuará...

sábado, 17 de agosto de 2013

Proyecto Interraíl: episodio 7

Si algo no esperábamos que ocurriese durante nuestro viaje era que lloviese. Mucho. Antes de comenzarlo todavía estaban vivas las noticias sobre las inundaciones en Centroeuropa y, aunque poca cosa vimos sobre inundaciones, lo que si que vimos fue lluvia, sobre todo este día. 

La euforia que provocan las limusinas alemanas.

Con semejante chaparrón lo que hicimos fue ir de culturetas y meternos en algunos museos. El primero, el del Pérgamo, es un must, máximo exponente de la pillería de los alemanes "guardando" obras de arte. El otro, el museo de la Alemania del Este, donde se podía ver muy bien el estilo de vida que llevaban durante los años de las dos Alemanias. Por supuesto también vimos el Muro de Berlin, pero todo lo bien que pudimos verlo con la que caía. 

Aquí tenéis el capítulo, espero que os entretenga. Los de Vimeo clicad aquí. 



Un abracito.

lunes, 12 de agosto de 2013

Proyecto Interraíl: episodio 6

Sí, ésto va a tener más episodios que la aclamada saga de George Lucas, lo aviso de antemano (ya dije que serían 22).

Afortunadamente nos dejaron pasar.

En este quinto episodio os muestro nuestra llegada a Berlín. El trayecto en tren fue bastante largo, pero no se nos hizo muy pesado. Una vez llegamos allí estábamos un poco perdidos pero al final conseguimos encontrar nuestro hostel (después de empezar a usar el metro). Pensamos en visitar lo que teníamos alrededor pues eran ya cerca de las 8 de la tarde. Así, visitamos el Checkpoint Charlie, que teníamos justo al lado, pero decidimos que había que aprovechar el tiempo y nos fuimos hasta la puerta de Brandenburgo. De camino nos encontramos con el monumento a los judíos, que me he encargado de plasmar completamente en el vídeo.

Aquí lo tenéis (los de Vimeo, aquí):


Un abracito.

sábado, 10 de agosto de 2013

Proyecto Interraíl: episodio 5

En nuestro último día por Amsterdam decidimos finiquitar todas nuestras visitas de la mejor manera: con un típico paseo en bici por la ciudad. Visitamos el Museumplein (lugar en el que se encuentran el Rijksmuseum y el Museo de Van Gogh) y también Vondelpark, una parada obligada en Amsterdam pues es un parque gigantesco con muchísimas posibilidades.

Pedrosa, Lorenzo y Marc Márquez.

Como ir en bici también cansa, al final terminamos sentados en un parque viendo cómo pasaban nuestra última tarde en Amsterdam y admirando a un perro que era el puto amo (se tiraba la pelota él solo).

Aquí tenéis el episodio 5 (Vimeo):


Un abracito. 

miércoles, 7 de agosto de 2013

Proyecto Interraíl: episodio 4

Seguimos en mi amada Amsterdam. Era la segunda vez que la visitaba y me gustó más que la anterior. Sin duda es una de las ciudades europeas con más encanto y magia. Empezamos la mañana con un clásico: la visita a la casa de Anna Frank, que, para quienes no lo sepan, está obviamente convertida en un museo. No esperéis encontraros muebles ni nada por el estilo. 

Perdón por el WB. 

Después de comer visitamos el Mercado de las Flores (recomendable) y varias tiendas de queso, que son de obligada visita sobre todo por las degustaciones gratuitas. Vamos a ver, tampoco puedes pretender comer ahí, pero te salva. Tras el gorroneo máximo nos dirigimos a nuestro objetivo, la fábrica de Heineken, para disfrutar de la Heineken Experience, que es de lo mejor que hay en Amsterdam. Eso sí, no esperéis que sea barato (18€).

Bueno, que me lío, aquí tenéis el episodio 4, así que disfrutadlo (los de Vimeo también):


Un abracito.

martes, 6 de agosto de 2013

Proyecto Interraíl: episodio 3

En nuestro último día en Bruselas decidimos (erróneamente) visitar el parque temático Mini Europa. Sinceramente, no merece la pena pagar 14 euros por ver miniaturas de monumentos y ya. Porque no hay nada más. A pesar de todo salimos contentos y lo pasamos bien, que es lo que importa.


Aquí en mi papel de fiero templario. 


Al mediodía cogimos nuestro tren hacia Amsterdam y, una vez allí, nos dirigimos hacia nuestro hostel-boat. Sí, nuestro hostel era un barco, y las habitaciones ridículamente pequeñas. Pero como no todo podía ser malo, nos encontramos con una batucada la mar de marchosa cuando estábamos visitando el centro de Amsterdam. Así concluyó nuestro primer día en la capital holandesa.

Aquí está el tercer capítulo, para que lo disfrutéis (gente de Vimeo, adelante):



Un abracito.