viernes, 17 de agosto de 2012

Psicosis (Alfred Hitchcock) vs. Vestida para matar (Brian de Palma)



Os he dejado días suficientes para digerir Rubber, así que hoy le toca a @josuperezmarin hablaros de estas dos grandes obras del cine de suspense.

Ya desde los primeros instantes, los sensuales planos de una mujer en la ducha preconfiguran el tono irónico con que De Palma va a construir su particular remake del Psycho de Hitchcock. Así, Vestida para matar no pretende ser un recuerdo serio del film del director londinense, sino que toma como base la parte psicológica de éste y la adapta a otro tiempo, veinte años después. El travestismo del personaje protagonista toma otro tono y la elegancia de Norman Bates es transformada en simple exhibicionismo por parte del doctor Robert Elliot. Quizá por esto el film haya recibido el apellido de chabacano. Pero eso lo dice quien no ha comprendido cuál es el papel de Vestida para matar dentro de la filmografía de De Palma. En las líneas siguientes trataré de explicar qué tiene este film de especial a la vez que averiguamos alguna cosa nueva sobre su director.  


Brian De Palma es un director peculiar que se caracteriza por rehacer con ironía lo que otros directores han hecho. Es digna de recordar la escena en la estación de tren, cerca del final de Los intocables de Elliot Ness, que nos retrotrae sin lugar a dudas, a una de las más memorables escenas de la historia del cine, y a una de las más representativas del cine soviético de los años veinte. Me refiero, como no puede ser de otra manera, a la escena en la escalinata de Odessa en el film de S. M. Einsentein El acorazado Potemkin. ¡Cómo olvidar aquel carrito de bebé cayendo interminablemente escaleras abajo! Pues bien, De Palma toma ese momento y lo da la vuelta en Los intocables haciendo que Ness y sus hombres acaben con los malhechores a la vez que logran que el bebé salga ileso. Todo ello en un magnífico esfuerzo de planificación en el que la tensión y el suspense crecen exponencialmente.

Pero la admiración de De Palma hacia Hitchcock no se queda ahí, es también memorable Obsession (1976), film que repite la estructura de Vértigo, y no sólo eso, ¡De Palma contó también con el compositor Bernard Herrmann! Para entender mi entusiasmo es preciso recordar que Herrmann fue el compositor de Pero, ¿quién mató a Harry?, El hombre que sabía demasiado (remake estadounidense de 1956 ya analizado en este blog), Falso culpable, Vértigo, Con la muerte en los talones, Psicosis, Los pájaros y Marnie, la ladrona. Estoy seguro de que a más de un seguidor de Sir Alfred le sonarán casi todos estos títulos.

Para seguir el resto del texto es preciso prestar una breve atención al video que se muestra a continuación.




De vuelta al tema que nos ocupa, he de aclarar que en el video comparativo que se muestra arriba, la escena del ascensor de Vestida para matar ha sido ligeramente acortada, ya que De Palma se recreaba mucho más con el suspense previo al asesinato. Apenas son necesarios unos minutos para corroborar la idea de que De Palma rehace con ironía. A Hitchcock nunca se le hubiera ocurrido interrumpir la escena de la ducha con un par de empleados que hablan de cosas banales. De Palma juega hábilmente con ellos y hace que, aunque estemos presenciando un horrible crimen, se nos dibuje una ligera sonrisa en la boca al ver al hombre echar a correr, o al escuchar gritar desconsolada a la empleada de la limpieza.

Quisiera destacar aquí la gran similitud del escenario en el que se comenten los crímenes en las dos películas que estamos analizando. Primero, el asesinato se lleva a cabo en un espacio cerrado de pequeñas dimensiones: ducha y ascensor. A ese espacio se accede a través de una de las cuatro paredes del decorado, permitiendo a la cámara jugar con los espacios y colocarse en diversos puntos de vista. Es de sobra conocido que las paredes de la ducha en Psicosis eran móviles (al igual que muchísimos de los decorados de las películas del maestro), del mismo modo que lo son, seguramente, en el ascensor de De Palma. Segundo, tanto la fragmentación en planos del crimen como la propia pose de las actrices, es realmente parecida en ambos casos. De Palma se preocupó mucho por que su escena en el ascensor resultara gratamente familiar a su público. Un público bastante acostumbrado a recordar a los grandes a través del humor negro fílmico, si se puede decir así, característico de este director. Y tercero ¡el papel pintado de las paredes es calcado!

Tras el desarrollo de la trama principal, ambos films cuentan con el discurso de un psicólogo acerca del trastorno de personalidad que sufren los protagonistas. Una explicación que si bien en Vestida para matar encaja, en Psicosis parece más bien una escena añadida por los productores para el buen entendimiento del film. Aunque sabemos que esto no fue así pues Hitchcock tuvo el control absoluto en la realización de la película. No obstante se hace extraña esta desconfianza de Hitch hacia su público al explicar a través de un personaje lo que ya todos nos habíamos imaginado. Pero el final de Vestida para matar va más allá, De Palma deja la llave puesta, aunque no seré yo quien abra la puerta...

Se conoce que a De Palma le gustó mucho la idea de una mujer en la ducha, ya que antes de acabar Vestida para matar tenemos de nuevo otra escena llena de vapor de agua. Y no sólo eso, en Impacto, un año después, De Palma volvía a enseñarnos, al comienzo del film, a una mujer en la ducha. Un breve apunte sobre Impacto para cerrar el círculo. Blow Out, que es el título en versión original, es otra película rehecha con ironía del maestro, ¿adivinan de cuál? de Blow Up, ¡de Antonioni!

¿Por qué lo de cerrar el círculo? En 1960 Michelangelo Antonioni dirigió La aventura en la cual mataba a su protagonista a mitad de metraje, al igual que Hitchcock hacía con Marion Crane en Psicosis y De Palma hizo en Vestida para matar.

¡Compruébenlo!

Las puntuaciones de Josu:

Psicosis es un taco de pollo, uno de los más clásicos y deliciosos de la historia de los tacos de pollo. No hay quien pase por encima al chef Hitchcock a la hora de cocinar buen suspense. Parece que la receta se la llevó a la tumba... 9/10. 

Vestida para matar se queda en pollo asado, Brian de Palma lo intenta pero no puede emular del todo a sir Alfred. 8/10.


PD: El vídeo que se muestra arriba es obra del propio Josu, lo cual me parece muy meritorio. Desde aquí mi reconocimiento (otra vez). 

domingo, 5 de agosto de 2012

Rubber (Quentin Dupieux)



Han pasado unos cuantos días y vuelvo con una apuesta fuerte. En una escena cinematográfica en la que lo que más importa es lo mainstream (en parte por razones obvias) pocas veces salen al mercado películas como ésta de la que os voy a hablar hoy. Rubber (2010) es una película francesa dirigida por Quentin Dupieux (también conocido como Mr. Oizo), un director francés y también productor musical que ahora mismo tiene 2 filmes en su haber. Esta película constituye una apuesta valiente en el panorama cinematográfico actual y, sobre todo, una buena forma de dar a conocer el cine independiente.


La película comienza con toda una declaración de intenciones y es que las personas que han visto este film no olvidan el monólogo que abre Rubber. En él, se nos explica que lo que estamos a punto de ver es un homenaje a la sinrazón (“the film you’re about to see today is an homage to the no reason”). Y el resto de la película va rodada (literalmente), porque pronto conocemos a Robert, que resulta ser una rueda. Rueda que “nace” y que parece estar aprendiendo a andar. Lo que Robert hace a partir de entonces sólo lo entiende él. ¿Por qué? Porque no hay una razón para todo esto. Robert mata usando la fuerza psíquica y rueda por el desierto sin saber dónde ir. Incluso hay amor. En una película sobre una rueda. Sublime.

Pero, ¿por qué he elegido Rubber a parte de por ser una película altamente anti-comercial? Por su estética y por su fotografía. Rubber es una de esas películas que te encandilan solamente con sus imágenes y, aunque personalmente no apruebo este tipo de films, se puede hacer una excepción con esta cinta que nos lleva de viaje por los parajes desérticos que Robert recorre.

Ahora bien, si la fotografía es buena, quiero apuntar otra cosa importante, o más bien curiosa, de la película. En ella se observa la figura del voyeur gracias a un grupo de espectadores que observa los movimientos de Robert con prismáticos, como si estuviesen presenciando una película, al igual que hacemos nosotros. Los observadores comentan lo que ven pero nunca interactúan con la historia de Robert, por lo que se puede deducir que ese grupo de espectadores explícitos nos representa a nosotros (esto se deja claro cuando, después de que el policía que habla a la cámara al principio del film se vaya, la cámara retrocede y sube, dejándonos ver que a quien hablaba era a los espectadores explícitos), y no es que se les trate muy bien, más bien se hace una bonita sátira ridiculizando el gusto de los espectadores a la hora de elegir películas que ver. El grupo de espectadores, hambriento tras no haber comido nada en dos días en el desierto, se lanza sobre un pollo asado que el organizador les lleva, y un día después comienzan a sentirse mal, pues el pollo estaba envenenado. Solamente uno de ellos, que decide no comer el pollo, se libra del angustioso dolor de estómago, mientras se burla de ellos. Extrapolándolo a la realidad cinematográfica lo que tenemos es un grupo espectadores que se lanzan sobre la primera película que sale a la cartelera, contaminando su mente. La persona que tiene más criterio decide no consumir ese tipo de cine y se queda sin experimentar esos "dolores". Se trata de Dupieux contra el cine comercial, al igual que el último plano de la película. 


Siguiendo el tema de la observación, y con la ayuda de @josuperezmarín hablaré ligeramente de la subjetividad en esta película, ya que trae muy buenos ejemplos. La teoría básica del cine nos dice que “podemos colocar la cámara emulando diversos puntos de vista”. De ahí podemos sacar lo que llamamos plano objetivo y plano subjetivo. El plano objetivo es aquél en el que la cámara toma una posición neutral y el plano subjetivo es el que nos sitúa en la mirada de un personaje en concreto. A partir de ahí podemos separar perspectiva visual (la posición de la cámara) de apreciación visual (según quién eso que vemos es así). Hay que distinguir la perspectiva neutral de la perspectiva de un personaje, como en este ejemplo en el que el conductor de la camioneta mira a Robert.




En la primera foto vemos un plano objetivo del conductor. En él, la perspectiva es neutral y la apreciación también, sin embargo, acto seguido mira a Robert y el plano cambia. Lo que vemos es un plano subjetivo en el que la perspectiva es la del conductor. La apreciación es neutral puesto que no solo el conductor ve a Robert sino que todos le vemos. Es importante diferenciar perspectiva y apreciación para un buen entendimiento de las películas, ya no solo de ésta. En todas se utiliza ese recurso para crearnos sentimientos distintos en cada momento. 

En definitiva, Rubber es una película que hay que ver, un must, si consideramos su fotografía y su potente mensaje, aunque el argumento no esté a la altura de estas dos cualidades.

Mi puntuación final:

Un 6/10. Rubber no es como meterse caucho en la boca, es como ir a un restaurante al que no has ido nunca y probar el plato más raro. No sabes cómo será pero tampoco sabes por qué te atrae. Es un pollo asado con aroma francés. Eso sí, esta vez no os comáis el pollo, NO os comáis el pollo.

Un abracito. 

PD: Esta vez en lugar de póster he puesto una foto del DVD que me llegó hace poco, y me hacía ilusión. Las imágenes son pantallazos del DVD. El tema de la subjetividad en Rubber la he escrito con la inestimable ayuda de mi amigo Josu, que eligió sabiamente esta película para realizar su trabajo 'Rubber y la subjetividad'.